La vida nos presenta desafíos inesperados que ponen a prueba nuestra resiliencia y capacidad de crecimiento personal. Aquí te hablaré sobre cómo una experiencia traumática puede transformarse en una oportunidad para el desarrollo personal.
El Incidente que lo cambió Todo
Hace algún tiempo, vivimos una experiencia familiar de esas que siempre pensamos le ocurren a otros y no a nosotros. Mi hijo mayor, por razones de trabajo, tuvo que viajar en su carro a otra ciudad del país para dictar un curso. El domingo a la una de la mañana, sonó mi teléfono celular. Era él llamando desde otra ciudad, ubicada a unos 800 kilómetros de la nuestra, y me dijo con una voz extraña: "Llámame rápido a este número". Lo hice inmediatamente.
El hecho fue que, buscando dinero en un cajero automático, lo tomaron entre tres delincuentes armados y lo hicieron subirse a su camioneta en el asiento trasero con uno de ellos a su lado, mientras los otros dos iban en el asiento delantero. Además de golpearlo insistentemente, lo insultaban y amenazaban, obligándolo a mantener la cabeza sobre las rodillas para no ver hacia dónde lo llevaban. Ante las amenazas y la situación, decidió jugársela y, en un descuido, cuando la camioneta tomaba una curva, abrió la puerta y se lanzó a la carretera con el carro en movimiento.
Cayó al piso, se incorporó como pudo y, descalzo, ya que le habían quitado hasta los zapatos, corrió a través de una maleza, llegó a una estación de gasolina y de allí a una farmacia donde le permitieron entrar a ocultarse. Además, le atendieron las heridas y lo colocaron en una ambulancia hacia un hospital de la zona.
Sé que esta historia quizás sea poco comparada con las experiencias tan duras que a tantos les ha tocado vivir, en las que sus vidas o las de sus familiares han estado en peligro. Hoy, gracias a esta experiencia, he renovado frases, consejos e ideas que suelo dar a mis alumnos o a los televidentes y que pudieran sonar a veces sin fuerza. Les garantizo que desde hoy, cuando hable de agradecimiento, lo haré desde mi corazón, porque gracias a Dios, a la Vida, mi hijo está vivo, y sus hijos pequeños siguen teniendo a su papá.
Lecciones de resiliencia y gratitud
Cuando hable de oportunidad, tendré presente que a partir de hoy, cuando esté con él o con cualquiera de mis hijas o nietos, estaré presente en mi totalidad. Cada día que vivimos es un regalo, es un presente, por lo que viviré cada día como si fuera el último. Perdonaré desde mi alma a los que trataron de hacerle daño o quitarle la vida, porque quizás son producto de padres inconscientes o inexistentes, y porque no conozco sus circunstancias. Gracias a su descuido, hoy mi hijo sigue con vida.
Cada vez que tenga la oportunidad de servir, ayudar o enseñar algo a un niño o un adolescente, quizás estaré evitando un robo o un crimen futuro, incluso a un ser cercano a mí. Cada día, al levantarme y al acostarme, debo agradecer por todo lo que tengo y no pedir por aquello que deseo. Sobre todo, enviaré oración, luz y amor a todos aquellos padres o madres cuyos hijos están enfermos, perdidos, heridos, desaparecidos o drogados y que sufren sin esperanza. Hoy, gracias a ese evento, por el que muchos estarían rabiosos, he reconfirmado mi misión, nuestra misión, de amar, servir y agradecer a cada instante a todo aquel que la vida nos dé la oportunidad, pero muy en especial a aquellos a quienes la vida nos colocó como los Maestros más cercanos: nuestra familia, a través de quienes podemos aprender a amar, a perdonar, a tolerar, a ser pacientes, a perdonar... valores que vinimos a aprender en esta hermosa pero extraña Universidad de la Vida.
Redescubriendo el poder del agradecimiento
Esta experiencia renovó mi perspectiva sobre la gratitud. Cada día se convierte ahora en un regalo precioso, una oportunidad para estar plenamente presente con nuestros seres queridos. La gratitud se transforma en una poderosa herramienta para manejar el estrés y fomentar el bienestar emocional.
El perdón como camino hacia la paz Interior
Perdonar a quienes intentaron dañar a mi hijo no fue fácil, pero se convirtió en un ejercicio crucial de crecimiento personal. Este acto de perdón no solo libera a quien perdona sino que también rompe el ciclo de negatividad y resentimiento.
El impacto en las relaciones familiares
Esta experiencia reforzó la importancia de valorar y nutrir nuestros lazos familiares. La familia se convierte en un laboratorio de aprendizaje emocional, donde practicamos el amor, la tolerancia y la paciencia.
Transformando la adversidad en crecimiento
Las experiencias difíciles, aunque dolorosas, pueden ser poderosos catalizadores para el crecimiento personal y el manejo del estrés. Al enfrentar la adversidad con gratitud, perdón y un renovado sentido de propósito, podemos transformar nuestras vidas y las de quienes nos rodean.Recuerda, cada día es una oportunidad para crecer, amar y servir. En esta "Universidad de la Vida", nuestras experiencias más desafiantes a menudo se convierten en nuestras lecciones más valiosas.